¿No crees que los cócteles tienen una magia especial? Sirven para unir a las personas, nos permiten tener conversaciones y debates deliciosos y por encima de todo, tienen la capacidad de convertir un día normal en una tarde llena de emociones.
Seguramente, uno de los placeres que más disfrutamos es el de un buen cóctel. Elaborarlo, incluso el más simple, es todo un arte, un savoir-faire lleno de pequeños detalles que, aunque parecen intrascendentes al principio, pueden cambiar por completo el resultado final si no prestamos suficiente atención. Dominar el arte de la preparación de un buen cóctel no se consigue simplemente teniendo buenos utensilios o los mejores ingredientes… Es una cuestión de equilibrio. Es ahí, en ese equilibrio, cuando encontramos la perfecta combinación de ingredientes y sabores. Y, la mayoría de las veces, el éxito reside en la sencillez.
Sin duda alguna, uno de nuestros cócteles favoritos es el Daiquiri. Majestuosamente simple, ejemplifica como ningún otro la combinación de fuerza, dulzura y amargor. Pero, como en tantos otros, y quizás más en este, el equilibrio es clave. Para esta preparación, utilizamos preferentemente Diplomático Planas, un ron blanco sorprendentemente elegante, rico e intenso. Envejecido durante seis años, el complejo sistema de filtrado con carbón activo le da una apariencia cristalina y un acabado suave.
En este cóctel, el desafío principal es que seamos capaces de retener los sabores frutales y textura sedosa que nos entrega Diplomático Planas, para conseguir un Daiquiri clásico, es decir, delicioso, limpio y fresco. Solo necesitaremos tres ingredientes, pero, eso sí, en la proporción perfecta.
Daiquiri
Ingredientes:
50 ml. de ron blanco Diplomático Planas
20 ml. de zumo de lima
15 ml de sirope de azúcar
Hielo
Aprende a prepararlo con este vídeo:
Al igual que muchos otros cócteles, al Daiquiri se le atribuyen diferentes orígenes. La historia más conocida sitúa su nacimiento justo después de la guerra hispano- estadounidense de 1898, en un pequeño pueblo llamado Daiquiri, a menos de 20 de kilómetros de Santiago de Cuba. Allí, Jennings Stockton Cox, un ingeniero de minas estadounidense, creó involuntariamente el Daiquiri. Según cuenta la historia, nuestro protagonista se quedó sin ginebra justo cuando tenía invitados en casa y, al salir al mercado, lo único que encontró allí fue ron local. Para suavizarlo, lo mezcló con zumo de lima y azúcar… ¡y así fue cómo nació el Daiquiri! Para ser honestos, mezclar ron con lima y azúcar no era algo nuevo para los cubanos, pero a Jennings Stockton Cox quizás sí le podamos atribuir el mérito de haberle puesto nombre.
El Daiquiri se popularizó mucho hacia 1920 y, para entonces, ya existían muchas variantes. Una de las más conocidas, denominada “El Floridita”, tomó el nombre de uno los lugares de culto de Hemingway en La Habana: un bar al final de la calle Obispo, cerca del Hotel Ambos Mundos, en el que vivió desde 1932 hasta 1939.
Sea como fuere, el Daiquiri es indudablemente un clásico. Simple y elegante. Y por eso nos seguirá gustando durante mucho tiempo.
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